Hoy os traigo dos portentosas criaturas de la mitología japonesa y griega. Dos versiones del terror que no consiguieron helar la sangre de los héroes que las derrotaron: Susanowo y Heracles. ¿Adivináis a cuál corresponden cada una de las descripciones que se detallan a continuación?

El dragón era una bestia
terrible, tan enorme que su poderoso cuerpo se extendía por ocho montañas y
ocho valles, y los árboles y el musgo sobresalían de su escabroso escondrijo.
Poseía ocho colas retorcidas, ocho terribles cabezas, cada una de ellas con
ojos tan rojos como la cereza de invierno de Japón, y tenía un vientre
repulsivamente inflamado.
Nunca se había visto una criatura de tal horror. Se trataba de un antiguo y despiadado monstruo acuático con forma de serpiente policéfala, cuyo número de cabezas varía según las distintas versiones: algunos hablan de tres cabezas, otros de cinco o nueve, hasta cien dicen otras fuentes… una de dichas cabezas, situada en el centro y recubierta por láminas de bronce, era inmortal. Los griegos creían que la Hidra no podía ser dañada y en caso de perder un cabeza, otra crecía casi al instante. Su aliento pestilente emanaba una toxicidad infame capaz de aniquilar a cualquier humano o animal.
Nunca se había visto una criatura de tal horror. Se trataba de un antiguo y despiadado monstruo acuático con forma de serpiente policéfala, cuyo número de cabezas varía según las distintas versiones: algunos hablan de tres cabezas, otros de cinco o nueve, hasta cien dicen otras fuentes… una de dichas cabezas, situada en el centro y recubierta por láminas de bronce, era inmortal. Los griegos creían que la Hidra no podía ser dañada y en caso de perder un cabeza, otra crecía casi al instante. Su aliento pestilente emanaba una toxicidad infame capaz de aniquilar a cualquier humano o animal.
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